viernes, 25 de junio de 2010

6to dia...3 de Diciembre, NIHAO PINGYAO!



6to Dia..3 De Diciembre. Nihao Pingyao

Pasadas las 6 a.m. por fin abrieron la taquilla y pudimos comprar nuestros tiquetes para esa misma noche con rumbo a Luoyang , el tiquete esta para las 11 de la noche, calculando las horas de viaje, estaremos llegando mas o menos a las 7 a.m. a la ciudad de Luoyang.

Salimos contentos con nuestros tiquetes de tren, y en busca del pueblo, leyendo mis apuntes, estamos un poco retirados, no hay otra forma si no coger taxi. Son mas de las 6 pero parecen las 3 de la madrugada, el cielo sigue oscuro y el frío incomparable. Como siempre, saque mis apuntes, una recopilación de datos de viajeros que han hecho estas rutas y algunos consejos que son los que nos han sacado de apuros y había uno que decía que al lado derecho afuera de la estación de tren de Pingyao encontraríamos una especie de casa con reja blanca, ahí podríamos guardar las maletas y recordaba “pidan rebaja”.

Nos fuimos en busca de la casa de reja blanca y si, ahí estaba pero parecía que todos dormían pero con la puerta abierta. Entramos y expresamos un fuerte “Nihao”, salio un senor con cara de dormido y riéndose recogió las maletas sin que nosotros dijéramos nada y se las llevo para la “sala” de la casa, yo me fui detrás de el para asegurarme de las maletas y terminar de ponerle los candados, no quería tener sorpresas; Una sala gigante, muy oscura, un tv pequeño en la mitad, un cuadro con el vidrio partido y una decena de cajas hacían parte de la humilde decoración pero su rostro hacia pensar que el tenia lo suficiente para vivir feliz, siempre sonriente.

Se nos acerco y nos dijo el precio, no se por que no le entendí siendo que el mandarin es tan fácil y fluido… El volvió a sonreír y saco un papel y nos escribió un precio, era un precio muy bajo y no quisimos pedirle rebaja, salimos libres de peso y viene un tuc tuc (mototaxi de 3 ruedas) en busca de sus victimas, para enfrente de nosotros y empieza a decirnos cosas y saca un papel y nos escribe el precio por llevarnos al pueblo, le decimos que no y en vista que éramos los únicos 2 pasajeros en esa terminal termina negociando, nos subimos sin saber a donde nos llevaria, hasta que llego un punto en que nos dijo que nos bajáramos, sin saber donde nos había tirado nos dice que lo sigamos, yo pensé que algo malo estaba tramando y nos lleva a el Youth Hotel de Pingyao. Un calido hostal, con billar, Internet WIFI, TV plasma y una china que nos atendió con un “hello”. Estabamos sentados mirando el menu del desayuno cuando sale una mujer con una mochila gigante en sus espaldas, ojos azules, piel blanca, ella, NO era china. Sentimos una especie de emoción al ver a otra turista en ese pueblo quien al vernos creo que también sintió la misma felicidad y nos dijo “son los primeros turistas que veo desde hace mas de 5 días”. Ella, una Canadiense, se encontraba viajando 6 meses por todo Asia y hablaba mandarin con tal facilidad, desafortunadamente iba saliendo del pueblo en ese mismo instante, pero nos explico que podríamos hacer allí. Por cosas del destino, nos encontraríamos con ella mas adelante en otra ciudad.

Era un pueblo bastante pequeño y su mapa parecía de juguete, en el se dibujaba el pueblo entre una muralla con una salida al N otra al S al Este y Oeste, así es, la muralla encerraba el pueblo. La Canadiense nos recomendó ir hacia un templo que quedaba a las afueras, mas o menos a 1 hora en carro y con ayuda del taxista conseguimos un tour. A nuestro tour se unió un senor que sobrepasaba los 40 años de edad y venia de Singapour, bastante callado. Recorrimos en Templo que fue totalmente hermoso y regresamos al pueblo donde alquilamos unas bicicletas y pasamos el resto de nuestras horas andando por el bordeado de la muralla y éramos la risa de los nativos.

Después de unas cuantas horas de pedalear, después de llenarme las manos de grasa por culpa de Olga que dañó la bicicleta, regresamos al hostal, entregamos las maletas y aprovechamos para tomar unas cuantas cervezas. Salimos casi a las 10 de la noche del hostal en busca del taxi pero todo estaba cerrado, no encontrábamos un bendito taxi, yo recordaba la ruta que había hecho el taxista desde la estación de tren así que empezamos a caminar, nuestra angustia era el perdernos y no llegar a tiempo para tomar el tren, caminamos y caminamos confiándo encontrar un taxista pero no. Todo estaba cerrado, solamente había una casa con la puerta abierta y adentro un senor en una mecedora (silla) viendo televisión, tratamos de preguntarle donde podríamos encontrar un taxi, el senor no nos entendia, nos hizo entrar a la casa y saco el celular, empezó a hablar en mandarin cuando de pronto me pasa el celular, y yo apenas pensaba “ pero esto que es, yo no hablo mandarin” y dije “eee Nihao?” y me respondieron al otro lado de la línea “ hello, do you speak english?” me pregunto, nos explico que a esa hora era casi imposible encontrar un tren que tendríamos que caminar y que nos tomaria unos 30 minutos mas para lograr llegar, ahí me quedo claro la amabilidad de los Chinos, la mayoría hacen lo que este a su alcance para poder ayudar y no sacan el cuerpo como lo hacemos notros en muchas ocasiones. Salimos de allí corriendo, estábamos algo alejados y después de 20 minutos paso nuestro amigo el del tuc tuc, nos subió y en menos de 3 minutos llegamos a la estación del tren, recogimos las maletas y al cabo de unos estábamos dentro del vagón buscando nuestra respectiva cama. Era nuestra segunda noche en un tren, el amanecer es absurdamente hermoso, la combinación de paisajes a lo largo del viaje, la entrada del sol, las montanas cubiertas de nieve, un cuadro en vida y el claxon del tren nos avisaba que estábamos llegando a Luoyang, la tierras de las grandiosas grutas de Longmen.


La mitad del viaje se ha ido dejando historias, paisajes, fotografías y muchas ganas de regresar, aun nos esperan 8 días mas por China.